Enrique Quintana*
El pasado 3 de mayo, durante su conferencia mañanera, el presidente López Obrador hizo una apuesta a que este año la economía crecería a una tasa de 2 por ciento o más y que se alcanzaría el promedio de 4 por ciento en el sexenio.
El viernes pasado insistió y dijo que pese a los datos del primer trimestre que dio a conocer el Inegi, no se echa para atrás en su apuesta. “Vamos a esperar (porque) todavía queda tiempo (…) vamos a esperarnos, es que todavía está hecha la apuesta, no me estoy echando para atrás, nos esperamos a que termine el año”, dijo literalmente.
A este ánimo apostador se sumó ayer el jefe de la Oficina de la Presidencia, Alfonso Romo, quien aseguró que no habrá recesión. “No veo ninguna recesión por nada, cero, les apuesto veinte a uno, o cien a uno, que no habrá recesión, ¿quién me la toma?”.
No sé bien a bien qué hayan apostado ambos y si alguien les tomó la apuesta. Pero déjeme asegurarle que AMLO perderá la apuesta y Romo la ganará.
Le explico
Citibanamex elabora una encuesta quincenal entre expertos del sector privado y reporta sus pronósticos de crecimiento.
En el reporte más reciente, publicado el 21 de mayo, los más optimistas piensan que la economía crecerá en 1.7 por ciento en 2019. Se trata de Invex, Monex y UBS. La mayoría coincide en un pronóstico de 1.4 por ciento y el más pesimista supone que el PIB crecerá en 0.9 por ciento.
Ninguno habla ya del 2 por ciento o más.
¿Qué se requeriría para que todos estuvieran equivocados y AMLO tuviera la razón?
Bueno, ya sabemos que la economía creció sólo 0.1 por ciento en el primer trimestre. Pongámonos optimistas y pensemos que llegará a 1.5 por ciento en el segundo. Con este antecedente se necesitaría que el PIB creciera en promedio en 3.2 por ciento en el segundo semestre para que AMLO ganara su apuesta.
Y la verdad es que no veo cómo.
Pero Romo sí puede ganar, pues no está claro que vayamos a tener recesión, si es que definimos a esta circunstancia económica como popularmente se entiende, como una etapa en la que durante dos trimestres sucesivos la economía retrocede, medida a tasas anuales.
No es imposible que suceda si la condición fuera caídas a tasas trimestrales porque el PIB ya cayó en el primer trimestre y bien podría caer en el segundo.
Pero, si consideramos las mediciones usuales en México, es decir, a tasas anuales desestacionalizadas, ni los más pesimistas tienen en su horizonte una recesión.
Hay quien habla de ‘recesión industrial’ porque ya hubo dos trimestres continuos (cuarto de 2018 y primero de 2019) en el que el PIB industrial tuvo caída. Pero la realidad es que cuando se habla de recesión se piensa en el conjunto de la economía.
En el primer trimestre la tasa fue de 0.1 por ciento. No descarto que el segundo trimestre podamos crecer poco, tal vez apenas arriba del 1 por ciento. Pero, ya no se dio una circunstancia, al menos en este año, en la cual veamos dos trimestres consecutivos con números rojos.
El consenso marca un mejor segundo semestre que la primera mitad de este año.
No es para alegrarse. Que no haya recesión no quiere decir que las cosas vayan bien. De hecho, lo más probable es que tengamos un virtual estancamiento en el PIB por persona, que dejará el resultado de este año muy cerca del nivel que tuvo cuando arrancó EPN.
¿Quiere apostar?